Durante la década de los ochenta, la comunidad científica internacional señaló el rápido y peligroso cambio en la atmósfera terrestre, debido principalmente, a la utilización de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gases) como fuente de energía.
Los gases emitidos por la quema de estos combustibles, se han ido concentrando en la atmósfera formando una capa que actúa de manera similar a un invernadero, atrapando el calor del sol provocando con ello el calentamiento del planeta.
El efecto invernadero es un fenómeno que ocurre en forma natural en la atmófera. La Tierra absorbe radiación solar, principalmente en la superficie y la redistribuye por circulaciones atmosféricas y oceánicas para compensar los contrastes térmicos, principalmente del ecuador a los polos. La energía recibida es re-emitida al espacio para mantener en largo plazo, un balance entre energía recibida o re-emitida.
No obstante, su efecto beneficioso puede ser modificado por actividades humanas que aumentan la concentración en la atmósfera de muchos de los gases que lo producen dando como resultado un aumento anormal de la temperatura terrestre. Debido a esto, los glaciares se están derritiendo más rápidamente, el nivel de los océanos podría aumentar, lo que implicaría la desaparición total de algunos estados insulares, e inundaciones a gran escala en tierras bajas. Adicionalmente, el calentamiento global podría afectar las corrientes oceánicas que regulan la temperatura de regiones específicas. Los cambios del clima provocarían una intensificación de las tormentas y huracanes en algunas áreas y una falta de lluvias en otras. |